Cartero, ¡ay! cartero, jamás pensé que te llegaría a extrañar tanto. Ha pasado tiempo y la mezcla de sentimientos aún continúan en mi interior.
Por un lado me es inevitable no recordar aquellos momentos en los que te sentí, en los que sentí tu mirada y tu abrazo, aquellos espacios de tiempo en los que me enseñaste a quererme y a ser yo sin ningún tabú.
Pero una vez en frío, sin dejarme llevar por mis deseos más ocultos, no puedo evitar recordar también aquellos minutos en los que jamás llegué a reconocerte y me hiciste sentir sensaciones y emociones que no deseo volver a sentir.
Si es cierto, y de eso estoy bastante feliz al pensar todo lo vivido junto a ti, que me enseñaste muchas cosas y buenas, y hoy -aunque estemos "lejos"- las estoy y sigo poniendo en práctica. Me enseñaste tanto en todo el tiempo en que nuestros caminos se cruzaron, que hoy verdaderamente al pasar los años y desde mi espacio, es cuando realmente he sabido apreciar todo aquello cuanto recibí [dejando a un lado lo no tan bueno]. Ahora que cada día miro más adentro en mi interior y estoy aprendiendo a pasar de aquello que resta mi energía positiva (aunque con algunas cosas aún no he podido conseguirlo, pero en ello estoy), es cuando más me gustaría poder hablar contigo -desde esta cierta madurez- y comentarte todo lo positivo que aprendí de ti pero el dolor que sentí aquellos días me frena.
En cierta medida me siento impotente y con algo de rabia porque se están cumpliendo aquellas palabras, por y hasta hoy (pues estoy dispuesta a cambiarlo) que un momento de furia dejaste latentes en uno de tus e-mails, aquella frase en la que me decías: siempre serás mía. En cuerpo no lo soy, porque así lo decidió mi orgullo, pero aún hoy -pasados los meses-, después de lo vivido, soy incapaz de dejarme querer y sentir por nadie, soy incapaz de confiar en ese aspecto ni en mí misma ni en nadie, esos momentos de intimidad me hacen temblar de miedo. Con la única persona que he sido capaz de desnudar mi alma ha sido contigo, la única persona que ha sido capaz de vencer esa barrera has sido tú. No es justo, no es nada justo, que mientras que tú sigues tu vida sin pensar en mí, mi cuerpo siga extrañándote y solicitando a gritos sentirte, no es nada justo, pero nada, y por más que lucho por no sentir ese deseo más fuerte se hace, más intenso. Sólo que esta vez no voy a dejar que decida mi miedo a sentir, esta vez no habrá un encuentro por ese motivo, pues ahora "soy libre" para elegir, y esta libertad que tengo me gusta.
Cierto es que ha habido momentos de mi vida en los que he deseado llamarte y hablar contigo: el no dejar de ir al gimnasio, el estar bajando de peso (poquito a poquito, pero sin pausa), el haber pasado a "ser funcionaria" en horario jeje, cierto es, pero una vez lo pienso en frío no merece la pena volver a empezar para no llegar a ningún sitio y sufrir innecesiariamente.
Por eso a través de esta página, si alguna vez te tropiezas con ella -por casualidad-, quiero que sepas que no todo fue malo lo que aprendí junto a ti. El paso a mujer lo di contigo, y mi visión con respecto a algunos temas cambió debido a tu forma de explicarlo y abrazarme cuando me ofuscaba.
Sé que la vida nos volverá a juntar, pues lo siento en mi interior más que el deseo en sí, pero sólo volverá a suceder cuando ambos hayamos aprendido más sobre la vida en general y los sentimientos y acciones, y de eso no me cabe la menor duda que estamos en ello.
Un fuerte abrazo y todo el ánimo para el camino que hayas decidido llevar.
Besos.